Si tienes un marido ordenado, ¡tienes un tesoro!

El otro día hablando con una amiga me contó una anécdota muy divertida con la que seguro que muchos de vosotros os sentís identificados. Mi amiga contaba que ella no se consideraba una persona desordenada, pero que estaba constantemente presionada porque, en contra de todo pronóstico, en su casa el más ordenado era su marido! ¡¡Tiene un marido ordenado!!

Ella me explicaba que en la habitación de matrimonio tienen dos armarios que comparten para la ropa de ambos. Pero claro, como es de esperar, las cosas de ella ocupaban un armario entero y buena parte del otro. Y a pesar del poco espacio del que dispone su marido él nunca tiene ninguna prenda fuera de su sitio. Ni los zapatos tirados por la habitación.

 

“Es normal que sea más ordenado que yo porque tiene menos cosas y por tanto es más fácil mantenerlas en su sitio”. Esta es la excusa más maravillosa que he oído hasta el momento, pero no es del todo acertada.

 

La explicación del marido tenía mucho más sentido…

 

armario-hombreÉl contaba que lo primero que hacía cuando llegaba a casa era cambiarse los zapatos.

“Todas las tardes voy al armario, saco las zapatillas de ir por casa y meto los zapatos de trabajar en el hueco que dejan las otras. De esa manera los zapatos quedan recogidos”, decía José Luís.

 

Cuando se va a cambiar de ropa hace algo parecido. Abre el armario, coge la percha que ha dejado vacía esa mañana, cuelga la chaqueta y la corbata, deja el cinturón en el cajón (debidamente enrollado) y llega hasta el baño en camisa, que tira al cesto de la ropa sucia en cuanto llega allí.

Efectivamente ha conseguido dejar toda la ropa ordenada.

 

Lucía (mi amiga) apuntaba alguna vez que ella también ayudaba en el orden de su marido. Recogía las cosas que él se dejaba tiradas, como el portátil encima de la mesa o las llaves en la encimera de la cocina.

De esta historia saqué algunas conclusiones.

 

recoger-los-juguetesLa primera y más importante es EL HÁBITO que José Luís había conseguido adquirir. Eso le hacía más fácil ser ordenado sin demasiado esfuerzo. Esto es algo fundamental que tenemos que forzar al principio pero que a la larga haremos de manera automática.

 

Por otro lado, las mujeres tenemos ese ‘gen organizador’ que nos obliga a ir detrás de nuestro marido o hijos recogiendo. Y muchas veces olvidamos ordenar nuestras propias cosas.

 

Ya lo veis, hombres como José Luís todavía existen. Si vosotros sois uno de ellos o tenéis la suerte de tener uno en casa ¡contarnos cómo lo hacen!

¡¡No perdamos la esperanza chicas!! 🙂

 

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